lunes, 14 de noviembre de 2011

IBIZA - Fin

Después de otro breve viaje, sobrevolando esta vez tierra y no mar, el avión ha descargado su mercancía humana en Santander.
He caminado desde el aeropuerto hasta el puerto durante algo más de una hora, atravesando una zona industrial, con la autopista a mi izquierda y orientándome hacia el norte. Al llegar a Santander, me he desprendido de mi mochila, he colocado mi cabeza bajo un chorro de agua en el parque que hay junto a Puertochico, y me he relajado en un banco durante un tiempo.

He hablado un rato con un chico que pescaba pulpos en el muelle, y se ha interesado por mi viaje. Después de una corta charla le he deseado buena suerte con la pesca y he continuado hasta el fondo del dique.

Ahora estoy esperando a que llegue un velero en el que dormiré esta noche y la siguiente.
Una espera tranquila con el sol amenazando con ocultarse bajo el horizonte. Me he tumbado en un muro, el mar a mi izquierda y el paseo del muelle a mi derecha, apoyando la cabeza sobre mi mochilón. Al quitarme las botas y los calcetines, he sentido con mucho gusto la brisa marina acariciándome las plantas de los pies que han caminado desde Eivissa hasta Sant Antoni.

Aquí termina mi viaje y mi soledad, veo a lo lejos dos pequeñas embarcaciones con intención de entrar en puerto.

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lunes, 31 de octubre de 2011

IBIZA - Despedida

Ha llegado el día de despedirse, de decir hasta luego. Un hasta luego temporalmente indefinido. He recogido todas mis cosas, y con la mochila al hombro, me he dirigido a la estación de autobuses. En media hora hemos cruzado la isla por la monstruosa autovía que la parte en dos sin ninguna piedad.

He esperado el trasbordo de autobuses en Eivissa y en otra media hora estaba en el aeropuerto.
El vuelo ha sido muy tranquilo y me he despedido de la isla y sus costas a través de mi ventanilla. Lo último que he visto de la isla han sido las extensas salinas del Parque Natural de ses Salines. Me he despedido finalmente del archipiélago con una vista a Formentera y poco después de Mallorca.

Cuando sobrevolábamos Barcelona, el chico sentado a mi lado me ha señalado la nube oscura que la cubría. Una espesa bruma entre gris y marrón de asquerosa contaminación ambiental (smog). Los habitantes de esta enorme urbe, están condenados a vivir bajo su sombra y a respirar su contenido inevitablemente.

El chico de mi lado me ha contado que vive en Ibiza desde hace pocos meses, y que piensa quedarse. No me sorprendió mucho.
Después de despedirnos y desearnos un buen viaje, he corrido hacia la puerta de embarque de mi próximo vuelo, ya que iba bastante justo de tiempo y el aeropuerto de Barcelona no es precisamente pequeño...

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jueves, 1 de septiembre de 2011

IBIZA - Lo aprendido

Ahora voy a dormir para mañana poder madrugar e iniciar mi viaje a la realidad de casa, despertar de este sueño palpable que tanto me ha enseñado.

He visto cómo puedo ser independiente y moverme con mis piernas de un lugar a otro sin apenas tropezar.
He entendido lo fácil y seguro que es viajar en las condiciones que lo he hecho, siempre que se haga con la prudencia oportuna.
He sonreído descubriendo que hay gente en todas partes que ayudan sin esperar absolutamente nada a cambio, más que lo que pueda cada uno ofrecer: una conversación, un silencio, una sonrisa, o simplemente una buena compañía.

Por otro lado también he aprendido que viajar en solitario incluye justamente eso: estar solo cuando quieres tener a alguien a tu lado y no poder compartir ciertos momentos.

Esa noche me dormí con una emisora de radio muy apetecible, con canciones que aún teniendo descargadas y pudiendo oírlas cuando quisiera, agradecí muchísimo y escuché con emoción.

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martes, 21 de junio de 2011

IBIZA - Última puesta de Sol

Decidí volver al hostal en San Antonio, donde pretendía echar una siesta, no sin antes pararme para observar Punta Galera por última vez y despedirme desde un acantilado de este sitio tan placentero y relajante.
Antes de subir a la habitación, compré unos pistachos y unos zumos. Me fui quedando dormido mientras veía las fotos que acaba de sacar en Punta Galera.

Al abrir los ojos y mirar la hora que era, salí de un salto de la cama. Me iba a perder la puesta de Sol otra vez, y esta era mi última noche en Ibiza. Me di una ducha fugaz, y salí con prisa hacia el Café del Mar.
Cuando me dirigía a las rocas, desde las que sentado miraba al infinito, unos jóvenes me susurraron "hash, cocaine...". Se lo agradecí con una sonrisa pero continué hasta la superficie más cómoda que pude encontrar.
Afortunadamente llegué en el momento justo. Sin embargo, tristemente el horizonte estaba muy brumoso, y no pude ver con detalle al gran Astro dar paso a la oscuridad y las estrellas. Había una fina luna creciente, y se podía ver con claridad su contorno completo.

Cené en un italiano que me aconsejó la chica del hostal. Primero un abundante plato de espaguetis a la carbonara, y luego pedí una pizza para llevar a la habitación y reflexionar con el estomago saciado.

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martes, 17 de mayo de 2011

IBIZA - Buenas vibraciones

Hoy no he madrugado, y me he despertado con el cuerpo muy dolorido. Lo primero que he hecho ha sido ir al Eroski a comprar agua y algo para desayunar, y después de eso me he puesto en marcha hacia Punta Galera, donde había estado el verano pasado. La caminata ha durado una hora escasa, y cuando me he asomado a los acantilados, con el estrecho cabo de Punta Galera a mi izquierda, he respirado un aire muy reconfortante. Recordaba más o menos el camino, aunque esta vez llegué por otro sendero distinto al que seguimos el verano anterior.

Sonreí al ver el lugar que ya conocía. El acceso a la cala se encuentra entre rocas. Se podía ver el fondo del mar con total claridad. He sacado muchas fotos, ya que la otra vez que visité este sitio, no tenía la cámara conmigo. Es un espacio mágico y lleno de misticismo, sobre todo en la puesta de Sol. Se pueden ver algunos montículos de piedras (como los que vi en Cala Vadella), una cabeza metálica de Buddah, un grabado en la roca (Om Nama Shiva) y un refugio en una cavidad del acantilado. La roca es perfecta, ya que aparece en formas lisas, para sentarse y tumbarse cómodamente.

Agradecí enormemente estar prácticamente solo ahí, con la tranquilidad de todo lo que me rodeaba. El mar estaba lleno de pequeñas medusas como las que vi ayer, y también había enormes gaviotas descansando en los salientes de la roca, y cormoranes buceando y perdiéndose bajo el agua.

He descansado un rato largo para sentir las buenas vibraciones del lugar: la sensación de que todo lo que importa es "aquí y ahora".







sábado, 14 de mayo de 2011

Freestyle Hostel Rome

No había camas suficientes para nosotros, así que nos dirigieron amablemente a un piso justo en el lado opuesto de la manzana. El piso contaba con 3 habitaciones con entre 6 y 8 camas cada una, un baño, y una sala de estar. En este espacio es donde se desayunaba, bebía, conversaba, compartía, etc.. Nosotros coincidimos con 3 canadienses, amantes del hockey, los viajes y la cerveza (aunque como se ve en la foto, esa noche consideraron más apetecible una botella de 5 litros de vino blanco barato). También nos juntamos con 3 chicas alemanas, y una americana. En el mismo alojamiento había otras chicas con las que no tuvimos oportunidad de hablar. Le habían sacado mucho partido al lugar, algo exagerado para una vivienda con un solo baño.

Mantuvimos debate con los canadienses. Nos ofrecieron catar el vino barato y pronto escupieron opiniones para animar a la conversación. Ellos estaban en contra de la política que existe en Canadá de reparación y reconciliación con los pueblos indígenas (permisividad en la brutal caza de focas, ayudas económicas para acceder a estudios universitarios, facilidades para integrarse en el modo de vida moderno...). Una postura corta de miras y sin profundización en otras vertientes del problema. Una crítica simple, y lejos de ser constructiva, solo estigmatizaba aún más a los pueblos aborígenes. También hablaron de sus tantas diferencias con los estadounidenses y su modo de vida. Les incomodaba ser percibidos como americanos, sin embargo no tenían reparo en tratar a la población originaria de su moderno país como una única masa homogénea. Curioso ¿verdad?

martes, 10 de mayo de 2011

IBIZA - Sant Antoni de Portmany

Cuando me quedaba a penas media hora de camino para llegar a Sant Antoni de Portmany, un joven me ofreció acercarme a mi destino. Le dije a donde me dirigía y con gusto me abrió la puerta de su coche, donde metí primero mi macuto. Él era valenciano y llevaba dos años en la isla, trabajando como enfermero, y disfrutando del lugar, sobre todo cuando el influjo de turistas es inapreciable. Me habló de Ibiza, de su familia, de su trabajo... Acabó contándome cómo conoció a su pareja en Argentina, cuando era aún más joven, y recorría el país con su mochila. Me dejó en San Antonio y nos despedimos entre risas.

Me moví un poco por la ciudad y empecé a preguntar por la calle en la que encontraría el hostal que había visto en internet. No tenían habitaciones disponibles, pero me dirigió a otro hostal propiedad de los mismos dueños, y que se encontraba a la vuelta de la esquina. Aquí me recibió una sonriente recepcionista, que me atendió e informó perfectamente y con ganas. Se molestó por iniciativa propia en marcarme en un mapa todos los lugares de interés, y me aconsejó sobre los mejores locales donde comer. Después de una reconfortante ducha y un despliegue de mis cosas por la habitación, me decidí por ir a ver la puesta de Sol al punto donde me había recomendado la chica del hostal.

Por desgracia, no llegué a tiempo para ver al Sol desaparecer tras el horizonte. Me conformé con disfrutar de los colores que se formaban en el cielo y las nubes, y de la vista de la isla Conejera perdiendo su color a medida que pasaban los minutos. Ya estaba oscureciendo a mayor velocidad y volví al hostal, donde estoy ahora desde hace algo más de dos horas.

Voy a dormir increíblemente bien, y mi cuerpo tendrá que recuperarse para volver a trotar mañana.






viernes, 6 de mayo de 2011

IBIZA - Descanso en el camino

Me di la vuelta una última vez para ver desde lo alto el lugar que me acogió y me hizo sentir tan a gusto por una noche. Antes de fundir mi camino con la carretera, me detuve un ratito para leer una inspiradora pintada escrita sobre un muro, que decía "¡Cortados los árboles, muertos los animales y contaminados los ríos | veras k la plata no se come!". Tanta razón en un par de frases tan sencillas.

Tras varias horas de caminar, tenía los hombros destrozados y los pies muy doloridos. Entonces decidí parar en la siguiente cala para descansar un poco el cuerpo, comer algo, y refrescarme. Era Cala Tarida. No estuve en la propia cala de arena y gente, sino en una esquina oculta de la misma, donde nuevamente se encontraban varias cabañas de pescadores, cada una con su embarcadero. Una de estas chozas de cemento tenía una terracita perfecta con mesa incluida.

La tonalidad tan azul del mar seguía sorprendiéndome. Metí los pies en el agua, y el gozo superó al que sentí al quitarme las botas y los calcetines. Luego llegó el turno de sumergir mi cabeza y después de refrescarme los hombros.
Me comí una manzana y apreté el gatillo de mi cámara varias veces, admirando la belleza del rincón, que por el tiempo que estuve ahí, fue solo mió. No apareció ni una persona y lo agradecí, ya que el sonido del agua era lo único que necesitaba escuchar.

Disfruté una hora de ese lugar de ensueño, y me puse en camino a Sant Antoni, renovado y con fuerzas y ganas para seguir caminando. La meta se encontraba a mi alcance y antes de lo que había supuesto.






martes, 3 de mayo de 2011

IBIZA - Pescador ibicenco

Al estar encerrado entre dos paredes de roca, no me desperté con el Sol como me había precipitado a imaginar. Eran las 9:30 y no tardó en aparecer por ahí una personilla. Era un hombre mayor, pero no lo suficiente como para abandonar su "hobby" marítimo. Bajó cuidadosamente por el caminito, que probablemente él contribuyó a dar forma, y sin sorprenderse por verme recién despertado y con el saco y esterilla desplegados, me saludó.
Era el dueño de una de esas casetas de pesca y venía a trabajar en la restauración de su rampa de acceso al mar. Al principio pensé que quizá no le haría mucha gracia que hubiese pasado la noche ahí, sin embargo resultó ser muy agradable.

Empezó con un "Buenos días" muy risueño y después, mientras yo recogía mis cosas, continuó con "¿Qué tal has dormido?". Le expresé lo tranquila que había sido mi noche, sin molestias de ningún tipo y con el mar a escasos metros de mi alcance, su susurro adormilante. Me dio la razón y sonrió con gracia apreciando mis halagos hacia la tierra de la que es oriundo.

Le pregunté por un camino apropiado para subir al peñón que teníamos en frente. Me señaló un camino y dejé mi mochila para comenzar el ascenso. Una vez arriba observé la inmensidad del mar y la belleza de la costa a mis espaldas, Cala Vadella tras mi hombro izquierdo y a mi derecha en el horizonte las islas de ses Bledes y s'Espartar. Todavía podía ver Es Vedrá parcialmente oculta por tierra firme.
Había diversas columnas de piedras apiladas, erigidas por la gente que había pasado por ahí en diferentes momentos y circunstancias. Al bajar a las cabañas el buen hombre me habló de una cueva que a veces ve y otras veces no logra encontrar, donde en la época de su abuelo, se practicaba el contrabandismo.

A las 10:30 me puse la mochila y me despedí del ibicenco para volver a la carretera. Antes de darme la vuelta, me invitó a dormir en ese lugar siempre que quisiera, y se lo agradecí sinceramente. Un sitio perfecto para pasar la noche al aire libre y en paz.





sábado, 23 de abril de 2011

IBIZA - Una superficie sobre la que dormir

Como ya dije, hice noche en Cala Vadella, la oscuridad a mi alrededor. Extendí la esterilla sobre el tejado liso de una de estas casetas que acompañan a sencillos embarcaderos por toda la costa.

Cuando llegué (todavía era de día), quise refrescarme con el agua del mar, que chocaba contra las rocas incesantemente a pocos metros, pero estaba llena de pequeñas medusas marrones, así que decidí agradar a mi cuerpo con un poco de agua de mi cantimplora.
Después de leer un poco de "The Art of Happiness" y sentir como todo me rodeaba, me quedé dormido. Y mientras anochecía me desperté para sacar el saco de dormir, ya que empezaría a refrescar. Pronto me quedé dormido de nuevo y no desperté hasta las 2:30 de la mañana que tenía sed.

Pensaba que iba a estar sumido en una oscuridad absorbente, pero la verdad es que existía un debilísimo y tenue amago de luz, que creaba un ambiente muy relajante. Ésta frágil luz se reflejaba en el mar, y acompañaba a cada sutil meneo del oleaje.
Entonces busqué el cielo y me quede asombrado.

El cielo estaba plagado de infinidad de estrellas. Se apreciaban perfectamente diversas constelaciones. Pocas veces había visto un cielo tan limpio. Ayudaba el hecho de que la luna estaba tan fina como un fideo, pero en serio, las veces que he visto tanto ahí arriba las podría contar con una mano.

Después de eso el sueño volvió rápidamente.

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miércoles, 20 de abril de 2011

IBIZA - Es Vedrá

Pocos metros adelante recogimos a una chica de Madrid que andaba un poco perdida. Despejé un poco la parte trasera del todo-terreno apartando mi mochilón a un lado. Después de unos ladridos de Izzy, ocupó el hueco acompañada de su mochila, y la pregunta "¿A dónde vas?" respondió: "No se... estoy explorando".
Antes de decidirnos por nuestros respectivos destinos, fuimos a recoger marihuana. El chico de gracioso acento, nos enseñó dónde vivía, sus diseños para el jardín, y su viejo Seat Marbella. La madrileña se decidió por volver a Sant Josep de Sa Talaia, donde dormía durante su visita a la isla pitiusa, y allí la dejamos.

Nos quedamos los tres: el francés, Izzy y yo. Me llevaron a conocer un lugar increíble: cala d'Hort, desde donde se podía admirar Es Vedrá, acosada por miradas y enésimas puestas de Sol. Aquí nos fumamos un gran porro sentados a la sombra de un árbol, conociéndonos. Me contó su vida en la isla, el momento en que sintió la llamada de este lugar; me habló de sus múltiples trabajos, de su modo de vida. Era de Paris y llevaba dos años sumergido en la magia de Ibiza de la cual se había enamorado. Luego insistió en que yo hablara. Me sinceré y le hablé de mis problemas y mi vida en el Norte, y quiso saber más, así que no le oculté nada. Me dijo lo que pensaba y me aconsejó.

Le pedí que me acercara a Cala Vadella, y lo hizo con mucho gusto, llegando incluso a ofrecerse a llevarme a Sant Antoni. No quería llegar tan pronto allí, así que insistí en quedarme en Cala Vadella, y allí nos despedimos con sonrisas en nuestros rostros.

Hice noche en Cala Vadella, con el cielo observándome tan insignificante.




jueves, 14 de abril de 2011

IBIZA - Adelante y acompañado

No conseguí dormir muy profundamente en el aeropuerto, con la gran cantidad de gente acercandose incesantemente a las colas de facturación y los avisos por megafonía con su repetitiva sintonía. He desayunado un chocolate caliente con un croisant que me han sentado maravillosamente. Ya estaba pensando en mi llegada a Ibiza.

Después de otro vuelo aburrido, ya estaba en la isla. Lo primero que hice fue hacerme con un mapa, e ir a aprovisionarme al supermercado más cercano, que se encontraba en Sant Jordi, y al cual fui en bus. El agua, lo más importante, fue lo primero que cogí, luego algo de embutido, pan y fruta. Dí comienzo a mi ruta desde el aeropuerto y mi primera parada fue Sa Caleta, tras pasar por la playa des Codolar.

Sentía que me iba a costar llegar a mi meta, pero no me desanime, procurando apartar ese pensamiento de mi cabeza. Continué por la costa atravesando la punta des Jondal y llegando a la cala del mismo nombre. Tuve que preguntar a un alemán el camino para llegar a Porroig, y el hombre mirándome extrañado, me indicó el camino haciendo buen uso de su excelente spanglish. Esa fue mi siguiente parada, Porroig, y tras perderme por una urbanización de portentosas casas, retomé el camino de la carretera.

Después de un buen rato andando, me adelantó con su coche un tipo animado con acento francés-andaluz, que frenó y me invitó a subir al todo-terreno, donde una pequeña perrilla llamada Izzy no paraba de ladrar. Me recordó inevitablemente a Noah. Según dejé mi mochila en la parte de atrás, y me senté de copiloto, Izzy se subió a mi regazo y desde ahí recibía mis mimos y caricias detrás de las orejas.

"¿Dónde vas?" me preguntó el joven, y no supe que responder...

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martes, 12 de abril de 2011

IBIZA - Estoy en camino

He conseguido madrugar para ultimar la preparación y organización de ropa y bártulos en la mochila, y lo he hecho con una calma caribeña. Esa misma noche se había organizado una fiesta por el cumpleaños de Bego, y no quería exigir a mi cuerpo más de lo que iba a soportar. Bilbao estaba cubierto, pero no me ha desmotivado; yo solo esperaba montarme en el primer transporte de mi viaje, el bus que me acercaría al aeropuerto de Santander. Aquí he cogido el primer vuelo de cuatro planeados, no sin antes haber llenado el estomago con un buen pepito de pollo con queso. En este aeropuerto también he empezado a leer el libro que hace dos años tomé como relevo a quien quiera que lo dejó en el aeropuerto de Atenas: "The Art of Happiness at Work" de el Dalai Lama y un tal Howard C. Cutler. El vuelo ha sido corto y tranquilo, aunque se han notado bastantes turbulencias (todavía no estoy muy acostumbrado a despegarme del suelo).

He llegado a Barcelona, y he sido apabullado por mi entrada a la terminal del aeropuerto. Tan enorme, sobre todo después de haber estado en el de Santander. Estaba bastante perdido, pero poco a poco me he ido fiando de las señales, y he ido llegando a la salida. En el punto de información, he preguntado por la Sagrada Familia, y me lo han indicado muy correcta y amablemente. Hacia las 6 de la tarde ya había cogido un tren al centro de la Ciudad Condal. He salido por la boca del metro a una calle abarrotada de gente, cada cual con su destino y forma de andar. He mirado a mi alrededor y no he visto ningún imponente edificio, hasta que me he girado 180º, y ahí estaba. Esos picos dominantes que se me echaban encima. He rodeado la magnífica y opulenta obra de arte inacabada, y luego he llamado a mi hermana, que de pura casualidad, estaba con una amiga suya que conoce bien la ciudad. Ella me ha dado unos consejos y pronto he vuelto al subsuelo, donde he ido aprendiendo a moverme por ese basto entresijo de lineas de metro, cada una con su color. He aparecido en La Rambla donde la marea de gente en movimiento, me ha incitado a continuar descendiendo hacia el puerto, haciendo todas las paradas para observar a los artistas llenos de talento y energía. Tras otro repostaje para mi barriga, he continuado poco a poco en dirección al mar. He comprado una carterita de colores y con el símbolo , que me ha llamado la atención en un puestillo.

Ya estaba empezando a sentir cansancio, y he vuelto al aeropuerto donde me he relajado un poco, y luego he estado tumbado una buena hora en un banco a la intemperie, pensando y pensando. He vuelto a la terminal, y ahora estoy tumbado sobre la esterilla y pronto iré dando paso al sueño, no sin antes leer un poco al Dalai Lama. Mañana empieza el camino, y no pudiendo ser de otra manera, madrugando y con los nervios haciéndome rescatar una sonrisa en mi rostro. ¡Hasta mañana!

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jueves, 31 de marzo de 2011

IBIZA

La escapada de la rutina y de lo sobradamente conocido puede conducir a un aclarado de ideas y un replanteamiento de dudas.

¿De qué vale dormir entre flores o sobre la arena? La soledad, pararse a pensar, pensar sin parar o simplemente ser consciente de uno mismo... Eso se encuentra en una huida a lo desconocido y en dirección indecisa y variable.

Marcho a la isla de Ibiza en un breve y solitario periplo de cinco días.

Dejo aquí una fotillo de la primera y anterior vez que estuve en la isla.

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lunes, 28 de febrero de 2011

Less Than Jake - The Science Of Selling Yourself Short

Por su letra y buen ritmo publico en este rincón el videoclip de la canción "The Science Of Selling Yourself Short" de Less Than Jake. Este grupo estadounidense tiene muchas canciones con las que me siento identificado ahora mismo. Pero he acabado decidiéndome por esta, por esas frases tan directas que contienen ideas que no me dejan tranquilo si las escucho una sola vez. Así que escuchémosla varias veces.


I've come to my senses,
That I've become senseless,

I could give you lessons on how to ruin your friendships,
Every last conviction, I smoked them all away,
I drank my frustrations down the drain, out of the way,
So I sit and wait and wonder,
"Does anyone else feel like me?"
Someone so tired of their routines and disappearing self-esteems,

[Chorus]
I'll sing along,
Yeah with every emergency,
Just sing along,
I'm the king of catastrophes,
I'm so far gone,
That deep down inside I think it's fine by me,
I'm my own worst enemy

I could be an expert on co-dependency,
I could write the best book on under age tragedy,
I've been spending my time at the local liquor store,
I've been sleeping nightly on my best friends kitchen floor,
So I sit and wait and wonder,
"Does anyone else feel like me?"
I'm so over dosed on apathy and burnt out on sympathy

[Chorus]

Let the meaning slip away
Lost my faith in another day,
Self deprecation seems okay,
I never thought I'd make it anyway

[Chorus]

I'm my own worst enemy [x5]

Lyrics from genius.com.

martes, 18 de enero de 2011

Cycling in Polluted Rome

Aunque no era apreciable de manera importante, la contaminación ambiental de la capital italiana es una realidad tan presente como la que se encuentra en cualquier gran ciudad. Tampoco diría que las calles estaban sucias, algo que no puedo afirmar de la capital helénica. Atenas, parada futura del viaje, es una ciudad de calles muy sucias.
En Roma nos topamos con esta mujer montada en esa bicicleta con una mascara en su cara. Pensé en lo engorroso que me resultaría a mi estar en su situación, y de ese pensamiento, me surgió fotografiarle.