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miércoles, 20 de abril de 2011

IBIZA - Es Vedrá

Pocos metros adelante recogimos a una chica de Madrid que andaba un poco perdida. Despejé un poco la parte trasera del todo-terreno apartando mi mochilón a un lado. Después de unos ladridos de Izzy, ocupó el hueco acompañada de su mochila, y la pregunta "¿A dónde vas?" respondió: "No se... estoy explorando".
Antes de decidirnos por nuestros respectivos destinos, fuimos a recoger marihuana. El chico de gracioso acento, nos enseñó dónde vivía, sus diseños para el jardín, y su viejo Seat Marbella. La madrileña se decidió por volver a Sant Josep de Sa Talaia, donde dormía durante su visita a la isla pitiusa, y allí la dejamos.

Nos quedamos los tres: el francés, Izzy y yo. Me llevaron a conocer un lugar increíble: cala d'Hort, desde donde se podía admirar Es Vedrá, acosada por miradas y enésimas puestas de Sol. Aquí nos fumamos un gran porro sentados a la sombra de un árbol, conociéndonos. Me contó su vida en la isla, el momento en que sintió la llamada de este lugar; me habló de sus múltiples trabajos, de su modo de vida. Era de Paris y llevaba dos años sumergido en la magia de Ibiza de la cual se había enamorado. Luego insistió en que yo hablara. Me sinceré y le hablé de mis problemas y mi vida en el Norte, y quiso saber más, así que no le oculté nada. Me dijo lo que pensaba y me aconsejó.

Le pedí que me acercara a Cala Vadella, y lo hizo con mucho gusto, llegando incluso a ofrecerse a llevarme a Sant Antoni. No quería llegar tan pronto allí, así que insistí en quedarme en Cala Vadella, y allí nos despedimos con sonrisas en nuestros rostros.

Hice noche en Cala Vadella, con el cielo observándome tan insignificante.




jueves, 14 de abril de 2011

IBIZA - Adelante y acompañado

No conseguí dormir muy profundamente en el aeropuerto, con la gran cantidad de gente acercandose incesantemente a las colas de facturación y los avisos por megafonía con su repetitiva sintonía. He desayunado un chocolate caliente con un croisant que me han sentado maravillosamente. Ya estaba pensando en mi llegada a Ibiza.

Después de otro vuelo aburrido, ya estaba en la isla. Lo primero que hice fue hacerme con un mapa, e ir a aprovisionarme al supermercado más cercano, que se encontraba en Sant Jordi, y al cual fui en bus. El agua, lo más importante, fue lo primero que cogí, luego algo de embutido, pan y fruta. Dí comienzo a mi ruta desde el aeropuerto y mi primera parada fue Sa Caleta, tras pasar por la playa des Codolar.

Sentía que me iba a costar llegar a mi meta, pero no me desanime, procurando apartar ese pensamiento de mi cabeza. Continué por la costa atravesando la punta des Jondal y llegando a la cala del mismo nombre. Tuve que preguntar a un alemán el camino para llegar a Porroig, y el hombre mirándome extrañado, me indicó el camino haciendo buen uso de su excelente spanglish. Esa fue mi siguiente parada, Porroig, y tras perderme por una urbanización de portentosas casas, retomé el camino de la carretera.

Después de un buen rato andando, me adelantó con su coche un tipo animado con acento francés-andaluz, que frenó y me invitó a subir al todo-terreno, donde una pequeña perrilla llamada Izzy no paraba de ladrar. Me recordó inevitablemente a Noah. Según dejé mi mochila en la parte de atrás, y me senté de copiloto, Izzy se subió a mi regazo y desde ahí recibía mis mimos y caricias detrás de las orejas.

"¿Dónde vas?" me preguntó el joven, y no supe que responder...

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